Myrmecopoética

Foro dedicado a la influencia de las hormigas en la cultura humana a través del tiempo.
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josemary
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Mensaje por josemary »

Saadi, poeta persa (1213-1291)

El ruiseñor y la hormiga


Entre los varios arbustos que adornaban un jardín fresco y delicioso, un ruiseñor escogió un rosal, cuyas flores eran todo su amor. Al pié de este arbusto había fijado una hormiga su reducida morada, la que proveía con diligencia para los días de escasez. Entretanto el ruiseñor no hacia más que dar vueltas día y noche por todos los ángulos de aquel bosquecillo, que incesantemente resonaba con sus más dulces tonos. La hormiga no desperdiciaba un momento de trabajo; mientras que este melodioso cantor, enajenado con sus mismas armonías, veía con el mayor abandono deslizarse el tiempo. Amante apasionado, contaba en secreto sus amores a la rosa, pero el viento de la mañana los reveló; y la hormiga andaba informada y era testigo de los arrumacos del ruiseñor y de las caricias de la rosa. Pobres tontos, se decía a si misma, luego veremos el fruto que sacarán de todas estas fruslerías. Bien pronto los venturosos días de la primavera hicieron lugar a los brumosos del otoño: ya la espina reemplazó a la rosa, y la monótona corneja ocupó el nido del cantor de la noche. El viento del otoño empezó a soplar y los árboles se despojaron de sus marchitas hojas; el esmaltado verdor tomó un color amarillento; haciéndose cada día mas punzante el frió, una lluvia de perlas se desgajó de las nubes, y el mas puro alcanfor, cernido por el cribo del aire, cubrió la tierra de una alfombra reluciente. Cuando el pobre ruiseñor voló al rosal, no reconoció ya el tierno encarnado de la rosa y en vano buscó el dulce aroma del jacinto. Oprimido con el peso del dolor, su elocuente lengua no encontró ya sonidos con que expresarlo. Ya no había rosa que mimar, ningún risueño verdor en donde pudiese tomar sus recreos. En este estado de desamparo, sus fuerzas le abandonaron; en este momento de miseria, no se acordó ya de sus dulces cantos. Entonces se acordó de la hormiga que habitaba al pié de su rosal y que había hecho provisión de granos. En este día de desgracia voy a volar a su puerta, y a favor de la proximidad de nuestras moradas y del derecho que da el titulo de vecino, le pediré un favor. El pobrecillo, exhausto por el largo ayuno, tomó el vuelo hacia la hormiga, y en tono suplicante le dijo: «Buena vecina, ya sabes que la beneficencia es el patrimonio del rico y el capital del hombre feliz: mira cómo he consumido los instantes preciosos de mi vida, y he pasado los días y las noches en frívolos coloquios, mientras que tú, mas previsora que yo y sabiendo sacar provecho de ellos, has juntado un rico tesoro; ¿puedo esperar de tu generosidad que me concedas participar de él? » La hormiga le contestó: «Mientras el vergel resonaba dia y noche con tus canciones, yo ocupaba el mismo tiempo trabajando. Enajenado sin cesar por la frescura de la rosa, ó seducido por los engañosos hechizos de la primavera, no has reflexionado, joven insensato, que a la primavera sigue el otoño, y que no hay ningún camino que no termine en el desierto».

Vosotros, los que acabáis de oír este cuento del ruiseñor, comparad vuestra conducta a la suya, y no olvidéis nunca que a la vida debe seguir la muerte, y que los vínculos más dulces están sujetos a los dolores de una cruel separación.
Por una ciencia de las hormigas crítica, poética y diletante
Blog personal: Historias de hormigas
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josemary
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Mensaje por josemary »

Gabino-Alejandro Carriedo (1923-1981)
Los animales vivos (1951)

Las hormigas

Las veinte voces sabias de los sabios
con las hormigas se pasean,
con las hormigas se levantan,
con las hormigas perseveran.
Hacen su cama con la hormiga madre,
comen su postre con la hormiga reina,
siegan su alfalfa con la hormiga lista,
hablan de amores con la hormiga hembra.
Las veinte voces justas de los sabios
con los granos de trigo se alimentan.
Van al trabajo con el sol que sale,
vuelven cargadas y cansadas, llenas,
con un saco de cosas a la espalda,
con una economía en la cabeza
las veinte voces sabias de los sabios
que dentro de sus cuerpos hormiguean.
Van al festejo con la hormiga rica,
con las hormigas pobres a la huelga,
con las hormigas fuertes al peligro
donde hay hombres que pasan por la senda
y no miran detrás que van dejando
cientos de hormigas muertas.
Las veinte voces de los sabios justos
andan de prisa con las piernas negras
y con sus alfileres cavan hoyos
a la entrada en la tierra de las puertas.
Por una ciencia de las hormigas crítica, poética y diletante
Blog personal: Historias de hormigas
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