Yriarte, Tomás de (1750-1791) La Hormiga y la Pulga
Tienen algunos un gracioso modo De aparentar que se lo saben todo; Pues cuando oyen, ó ven cualquiera cosa, Por mas nueva que sea y primorosa, Muy trivial y muy fácil la suponen, Y á tener que alabarla no se esponen. Esta casta de gente No se me ha de escapar, por vida mia, Sin que lleve su fábula corriente, Aunque gaste en hacerla todo un dia.
Á la Pulga la Hormiga referia Lo mucho que se afana, Y con qué industrias el sustento gana; De qué suerte fabrica el hormiguero; Cuál es la habitacion, cuál el granero; Cómo el grano acarrea, Repartiendo entre todas la tarea; Con otras menudencias muy curiosas, Que pudieran pasar por fabulosas, Si diarias esperiencias No las acreditasen de evidencias.
Á todas sus razones Contestaba la Pulga, no diciendo Mas que estas, ú otras tales espresiones: "Pues yá; sí; se supone; bien; lo entiendo; Ya. lo decia yo; sin duda; es claro; Está visto; ¿tiene eso algo de raro?"
La Hormiga, que salió de sus casillas Al oir estas vanas respuestillas, Dijo á la Pulga: "Amiga, pues yo quiero Que venga Usted conmigo al hormiguero. Ya que con ese tono de maestra Todo lo facilita y da por hecho, Siquiera para muestra, Ayúdenos en algo de provecho."
La Pulga, dando un brinco muy ligera, Respondió con grandísimo desuello: "¡Miren que friolera! ¿Y tanto piensas que me costaría? Todo es ponerse á ello… Pero… tengo que hacer… Hasta otro dia."
Milton, John (1608-1674) Fragmento de El paraiso perdido
El insecto primero que se ha visto Fue la hormiga prudente que previene Lo futuro con sabia economía: En su pequeño cuerpo bien descubre, Vive un gran corazon, y pensar dexa, Que en tribus populares congregada, De la justa igualdad modelo un dia, Su república, acaso, ser podria…
Morón, Guillermo (1926-) La Hormiga roja
Un día se apareció por la ciudad socialista de las hormigas, un ser mesiánico que lo sabía todo porque todo estaba y salía de su cabeza. Al principio parecía una hormiga mayor, una hormiga roja, con la habilidad de moverse más ágilmente. Dijo que era sociólogo y podía explicar por qué las hormigas eran como eran desde siempre. Dijo que era economista y podía regular el transporte, la circulación, el acarreo de los alimentos, el precio de las hojas, el tamaño de los palitos, todo cuanto las hormigas conocían normalmente. Y dijo también que era político y que podía gobernar la ciudad que se había gobernado eternamente por sí misma. Resultó ser un monstruo de dos cuerpos, cabeza y abdomen, con ocho patas. Su habilidad era tanta que convirtió en tela de araña y en trampa todo cuanto tocó.
López Pelegrín, Santos (1801-1846) La hormiga
Al pie del tronco de robusta encina que siglos cuenta de oprimir la tierra, y el grito horrible de funesta guerra tantas veces escuchó, y sus hojas meneó, y las hojas se cayeron, y compasivas cubrieron huesos y sangre vertida de hombres que dieron la vida por quién la muerte les dio.
Una hormiga más feliz su vivienda tiene allí.
Y nadie le dicta leyes ni tiene á nadie temor, que en un puñado de tierra vive la vida de amor.
No tiene orgullosas torres con esculpido blason, ni esos palacios de mármol mentiras de la ambicion.
Pero tiene un hondo asilo, que en la dura tierra abrió, y allí deposita el grano que previsora buscó.
No retumba en sus salones del ronco trueno el fragor, que en su animado sepulcro vive la vida de amor.
Ni rudos los vientos baten rejas que el moro labró, que el viento bate la encina pero su vivienda no.
Y cuando la nieve oprime el palacio de un señor, enjuta y libre la hormiga vive la vida de amor.
Que allí la nieve colgada entre las ramas quedó, la nieve oprime la encina, pero su vivienda no. Y cuando yerto el soldado vela en alto torreon, caliente duerme la hormiga en su ignorada mansion. Y cuando hambriento y lloroso pide el pobre compasión, la hormiga come y se goza en su ignorada mansion.
Cuando en la cárcel el hombre lucha entre muerte y dolor, gozosa y libre la hormiga vive la vida de amor.
Que si el acero sangriento brutal el hombre empuñó, solo semillas de flores sagaz la hormiga abrazó.
Y en vez de llevar la guerra en alas de una opinion, el grano lleva la hormiga á su ignorada mansion.
Que si del bronce al estruendo cobarde el hombre tembló, de hojilla seca el crujido solo la hormiga escuchó.
Que libre vive la hormiga y vive vida de amor, mientras el hombre oprimido vive entre llanto y horror.
Encina, guarda la hormiga, encina, guárdala, sí, que guardas un sér precioso modelo del.bien vivir.
Si tal vez llora una bella sus penas cerca de tí, humilla encina tus ramas, levanta la voz y di:
«Una hormiga mas feliz, su vivienda tiene aquí.»
Lope de Vega (1562–1635) Soneto
Subió atrevido miserable Enano en una hormiga de su cuerpo Athlante gloriosa de llevar su semejante: tal puede en proporción el arte humano.
Sin espuela en el pie, rienda en la mano, caminaba tan bravo y arrogante, como pudiera el Cesar mas triunfante en el aplauso del laurel Romano.
Corrió la hormiga, y dio con él en tierra, y entonces dixo: Envidia , ¿qué te ríes , de una suerte caímos yo y Phaetonte? Lydio, camina en paz, no me des guerra, que es grande diferencia, aunque porfíes, caer de hormiga y de celeste monte.
Lorenzo Villanueva, Joaquín (1757-1837) La hormiga (romance)
Rastrojos y pegujares En el rigor del estio Iba una hormiga cruzando A la rebusca del trigo: Cuando con límpidas alas Mirándose de improviso, Echó á volar por los ayres Con orgullo y regocijo. Y hallando a una filomena Que cantaba en un aliso: ¿Quién eres? le dixo. Soy Un ligero pajarillo Que por alegrar los campos Con mi canto, dejo el nido. Halla luego á una abejita Chupando un verde tomillo: ¿Quién eres, dime, te ruego, Y á do guias tu camino? Volando de flor en flor, Responde, con artificio Para labrar los panales Sácoles jugo y rocio. Al oir esto la hormiga, Sus blancas alas bendijo, Y con la natura hablando, Asi soltó su zumbido: Gracias doy á tu largueza Que me sacó de mi silo, Librándome del afán En que hasta ahora he vivido. Ya no romperé calzadas Por entre peñas y riscos, Ni por ellas paja ó grano Arrastraré á mi escondrijo. Qué en la region de la luz, Y entre arrayanes y mirtos Con gilgueros moraré, Con ruyseñores y mirlos. ¿Mas hay, preguntó á la abeja, Algun riesgo en estos sitios? Muchos y por todas partes, Respondió! rigidos frios, Bochornos y tempestades, Y huracanes imprevistos: Sin contar del gavilan Las uñas y el corvo pico, Ni de la emboscada araña La red de mallados hilos. ¡Guarte! dijo la hormiguilla: Y al decir esto, dio un brinco: Mas confiada en sus alas, Sin soltarlas fue á otro aprisco. En tanto corrió ligero El can que abrasa el estio, Y en pos del templado Octubre Llegó el Diciembre marchito, Sobrevienen aguaceros, Cierzos, yelos excesivos: Falta el manjar, llega el hambre: Volveré á mi covezuela, La hormiga dando un suspiro: Dijo en tono dolorido. Mas ¡ay! hallóla cerrada, Y aunque llamaba contino: ¿De donde vienes? que trahes? Le dicen desde el asilo. Vengo del ayre, responde, Y alas me traygo con migo. Alas? aqui no las hay, Ni cabe, sino el que mijo Trae, ó cebada, ó centeno; Y el que no, no es admitido. Desesperada la hormiga, Bufando, perdido el tino, Abominando del ayre, Loando su rinconcillo: Aora entiendo, exclamó, Ser faláz la aura del siglo, Qué quien la busca, no es sabio, Pues ama su precipicio: Qué es inquieta y mal.segura, De lazos llena y garlitos, De paz falta y de sosiego, Por do es el libre cautivo. ¡O cuan dichosa es la cueva Do busca el humilde abrigo, Siempre estable y sin mudanza, Y sin miedo de enemigos ! Do es sabrosa la hermandad, Segura de agenos tiros, Region de bienes vitales, Lejos de estruendo y ruido. Asi á la hormiga hizo cuerda El llanto y dolor prolijo, Mas no la sacó del riesgo Su desengaño tardio.
Borrás, José (compilador, 1827) El Gallo y la Hormiga (fábula)
Un gallo se paseaba con sus pollos en un bosque, y recogian de paso los granos que encontraban. Viendo el gallo un hormiguero reunió á sus hijos para decirles, ved ahí un tesoro: no temais, y comed sin ceremonia estos insectos; una hormiga es un bocado goloso para un polluelo: ¡que felices seriamos si pudiesemos escapar del cuchillo del cocinero! En verdad el hombre es bien cruel é injusto en destruirnos para satisfacer su golosina. Una hormiga que trepó á un arbol oyendo lo que discurria el gallo, le dixo: Antes de tildar los defectos de otros examine vm. su propia conciencia: vm, no deberia por un solo almuerzo destruir un hormiguero.— Vemos las faltas de los otros y estamos ciegos para mirar las nuestras.
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